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Si hay que hablar de precocidad en el mundo del arte, probablemente Angelica Kauffmann sea una de las artistas más precoces en hacer historia. Su primer maestro fue el poco talentoso pintor Joseph Johann Kauffmann, su propio padre, al que aventajó a la tierna edad de 15 años.
Además de la pintura, era una gran amante de la cultura en general, y de la literatura en particular, gracias sobre todo a los viajes que realizaba con su padre. Así, aprendió la friolera de cinco idiomas. Y es que también demostró un talento innato para la música.
Desarrolló su gran talento principalmente en la pintura, y desde los 12 años comenzó a realizar retratos de obispos y nobles. Es así, como se independiza a los 15 años y viaja a Italia para empaparse de la corriente neoclásica que imperaba en la época.
Angelica Kauffmann nace en una pequeña ciudad de Suiza, aunque pronto comenzaría a viajar por Suiza, Austria y el norte de Italia acompañando a su padre y maestro. Crecería en Austria, de donde procede su familia, y es ahí donde comienza a demostrar su talento en varias disciplinas, como la música, pero sobre todo en la pintura.
Así, con 6 años su poco talentoso padre comienza un excelente trabajo como maestro enseñando el arte de la pintura a su hija. Comienza ahí su aventura pictórica, aprendiendo, pero sobre todo ayudando a su padre en la elaboración de murales decorativos en algunas iglesias.
Gracias a los viajes con su padre, además de aprender varios idiomas, su fama contribuyó a que varios obispos y nobles decidieran encargar a Angelica Kauffmann diversos retratos cuando contaba con 12 años de edad, mientras seguía bajo la tutela de su padre y mentor.
A los 15 años de edad, decide emanciparse y comenzar su carrera en solitario, y es así cuando se traslada a Italia, donde se empaparía de las corrientes neoclásicas que imperaban en la época.
Una vez en Italia, comenzó a copiar trabajos de Correggio y Carrici, en gran parte como entrenamiento artístico, aunque pronto desarrollaría su propio estilo. Así fue como en varias ciudades de Italia empezaron a aclamarla, y no sólo por su talento artístico, sino por su propio encanto personal y el gran carisma que desprendía.
En Roma, además de empaparse de toda la corriente neoclásica, conoció a grandes ilustres de la época, como Johann Joachim Winckelmann o Lady Wentwort, la mujer del embajador de Inglaterra en Italia, a la que haría uno de sus retratos más famosos y la que le abrió las puertas de la sociedad inglesa.
Después de su etapa en Roma, y tras ser nombrada miembro de la academia de San Lucas, decide trasladarse a Venecia, donde estudiaría las obras de Tiziano y sus contemporáneos.
Tras su paso por Italia, decide acompañar a Lady Wentwort a Londres, comenzando así una etapa muy prolífica en su carrera. Una de sus primeras obras es un retrato de un actor y dramaturgo británico, David Garrick, que fue expuesta en el gran salón del Sr. Moreing en Maiden Lane.
Durante su estancia en Inglaterra conocería al que sería su mejor y más fiel amigo, el también pintor sir Joshua Reynolds, que retrataría a Angelica Kauffmann que se lo tomó como tal cumplido, que decidió devolvérselo retratando al propio Reynolds.
Esta amistad fue duramente criticada por otro artista, el académico Nathaniel Hone, autor de El Prestidigitador, donde en las primeras versiones aparecía una caricatura de Angelica Kauffmann desnuda, y que en la versión oficial de la obra aparece Angelica como una niña y Reynolds como un anciano, donde pretendía criticar tanto la cercanía de ambos como su diferencia de edad.
A diferencia de otras pintoras de la época, Angelica Kauffmann decidió que no sólo centraría su carrera en el retrato, sino que también exploró las composiciones de historia y mitología, que además era la categoría más lucrativa dentro de la pintura académica del siglo XVIII.
El homenaje que está llevando a cabo el taller de arte leonés Summa Artis a las grande artistas que dejaron huella en la historia, junto con nuestra colaboración, inspira esta nueva pieza.
Y es que si Angelica Kauffmann fue talentosa a la par que precoz, El Molino de la Ropería también desarrollaría su pequeño talento en los fogones de la cocina, donde se elaboraron grandes recetas tradicionales, pero también innovadoras, como lo fue nuestra gran cocinera a la que echamos mucho de menos.
Así, la historia nos demuestra que el talento surge de forma innata en muchas ocasiones, pero no impide que tengamos un talento oculto que sólo necesite pulirse para crear verdaderas obras de arte.
Angelica Kauffmann no sólo destacó por su gran talento en las artes, sino que tenía un carácter excepcional que marcó a muchas personas a lo largo de su vida. Y es por eso que en El Molino de la Ropería trabajamos constantemente en dejar nuestra huella, no sólo por nuestro alojamiento, sino por nuestro carácter y nuestros valores como anfitriones.
Así continuamos la serie donde no sólo ponemos en valor el trabajo de la mujer en el arte, sino también nuestro compromiso de reciclar y de crear arte dando una segunda vida a elementos cotidianos y olvidados.
Angelica Kauffmann se encuentra actualmente decorando el pasillo que da acceso a la segunda planta de El Molino de la Ropería. Si quieres conocer más acerca de ésta o cualquier otra de nuestras figuras históricas, contacta con nosotros.
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