La ruta comienza en el mismo pueblo de Canseco. Justo antes de llegar por la estrecha carretera, verás las ruinas de un antiguo torreón justo a las afueras.

Construida en la Edad Media, esta torre desempeñaba un papel crucial en la defensa de la región. Sus gruesos muros de piedra y sus pequeñas ventanas, estratégicamente ubicadas, la convertían en una fortaleza inexpugnable. Desde lo alto, sus vigilantes escaneaban el horizonte, alertando a la población de cualquier peligro inminente.

La Torre de Canseco no es solo una construcción histórica, sino también el escenario de fascinantes leyendas. Una de las más populares cuenta que los moros, antiguos dominadores de la zona, ataban a sus vacas con cadenas de oro para que bebieran en un arroyo cercano. Con el tiempo, se creyó que este valioso metal había sido enterrado bajo los cimientos de la torre, dando lugar a innumerables intentos de encontrar el tesoro.

La búsqueda del tesoro, aunque infructuosa, dejó una huella imborrable en la torre, que se vio dañada por las excavaciones. Sin embargo, una inscripción encontrada en un prado cercano añade un toque misterioso a la leyenda: “bienaventurado quien me vuelva del otro lado”. ¿Qué significado tiene? ¿Se refiere al tesoro o a algo más profundo?