Si hubiera habido castings de Got Talent Barroco, Angelica Kauffmann se habría llevado el botón dorado con solo 12 años 🎤🎨. Con un pincel en la mano y una mirada curiosa, esta mini-maestra del arte no solo aprendió a pintar de su padre (el simpático pero discretito Joseph Johann Kauffmann 👨🏻🎨), sino que lo superó antes de cumplir los 15. ¡Nivel jefaza desbloqueado! 🏆✨
¿Y qué hacía a esa edad? Mientras otras niñas bordaban pañuelitos o aprendían el clavecín, Angelica ya retrataba a obispos y nobles con un estilo que dejaba boquiabiertos hasta a los más estirados 🎩👀. Además, era una devoradora de cultura: amaba la literatura, la música, los viajes… y, por si fuera poco, hablaba CINCO idiomas. ¡Póker de talentos! 🧠📚🎻🗣️🧳
Angelica nació en un rincón pintoresco de Suiza 🏔️, pero no se quedó quieta ni un minuto. Desde pequeña recorría Europa junto a su padre: de los Alpes a Austria, del Tirol a Italia, cargando pinceles, lienzos y ganas de comerse el mundo 🎒🖌️💨. Era como un road trip artístico sin playlist de Spotify, pero con un talento que hacía eco en cada ciudad.
Mientras pintaba frescos en iglesias 🕍, Angelica aprendía, ayudaba y absorbía todo como una esponja de óleo. ¿Quién necesitaba academias cuando la vida era su taller? ✨🖼️ A los 12, ya tenía fans entre los altos mandos religiosos. A los 15, se planta en Italia con una maleta llena de sueños y empieza a empaparse (literalmente) de neoclasicismo. ¡Menuda valiente! 💥🇮🇹
Una vez en Italia, Angelica se convierte en esponja visual 3000™. Empieza copiando obras de Correggio y Carracci, como quien calca a Sailor Moon en clase de historia 😅, pero en poco tiempo desarrolla su propio estilo elegante, sobrio y encantador. Pronto, los salones de Roma empiezan a murmurar su nombre… y no por chismes, sino por puro talento ✍️💫
En la Ciudad Eterna, conoce a Lady Wentwort, la mujer del embajador inglés, que no solo le encarga un retrato bellísimo 🎨, sino que la invita a Londres, abriéndole la puerta a la crema y nata británica. También conoce al sabio Winckelmann, el gran pope del neoclasicismo 🏛️📜. Angelica, entre cafés, estatuas y tertulias, se convierte en una figura respetada, admirada y muy querida 🥂💁♀️.
Después de Roma viene Venecia (¡hola, Tiziano! 👋), donde afina aún más su técnica. Pero el verdadero salto viene cuando cruza el Canal de la Mancha y aterriza en una Inglaterra tan lluviosa como fascinante ☔🇬🇧.
En Londres, Angelica no solo pinta: brilla como una estrella de la Royal Academy. Allí conoce al pintor de moda, sir Joshua Reynolds, con quien forja una amistad tan potente que acaban retratarse mutuamente como si fueran mejores amigas de Instagram 📷💞. Ella lo pinta a él. Él la pinta a ella. Todo era arte y admiración… hasta que llegó Nathaniel Hone, el hater oficial del siglo.
Este buen señor, autor de El Prestidigitador, decidió criticar la amistad Angelica-Reynolds con una caricatura bastante desagradable, donde aparecía ella desnuda (¡vaya tela, Nathaniel! 🙄). Tras muchas críticas, la imagen fue modificada, pero el revuelo ya estaba servido. Angelica, lejos de achantarse, siguió creando más fuerte que nunca. ¡Poder femenino a tope! 💪🔥
Pero no todo fue retrato: Angelica se atrevió con grandes escenas de historia y mitología, el top 1 de prestigio en la pintura del siglo XVIII. Mientras otros pintaban flores, ella representaba a héroes, dioses y escenas épicas 🏛️⚔️📜.
Hoy, la imagen de Angelica Kauffmann adorna el pasillo que lleva a la segunda planta de El Molino de la Ropería. No es un simple retrato: es un faro de inspiración, una declaración de intenciones, un “aquí se hace arte con alma” 🕯️🎨
Cada huésped que pasa por allí no solo sube escaleras, asciende en historia. Y en cada rincón del Molino hay algo de Angelica: la curiosidad, el atrevimiento, la pasión.
Si te has quedado con ganas de conocer más sobre Angelica (o sobre otras increíbles mujeres que ahora habitan nuestras paredes ✨), escríbenos.
Te lo contamos entre café, historia y paseo por nuestro rincón favorito del mundo: El Molino de la Ropería 🏡💌
Y recuerda:
Aquí reciclamos historias, pintamos el presente con colores del pasado, y hacemos arte con todo lo que tocamos.
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